Las vacunas como derecho y como deber

Las vacunas como derecho y como deber

Ronald Cárdenas Krenz

Magister en Bioética y Biojurídica. Magister en Derecho Civil y Comercial. Profesor de las Facultades de Derecho de la Universidad de Lima, UNIFE y ESAN. Miembro de la Pontificia Academia para la Vida, de la Academia de Derechos y Ciencias Sociales de Córdoba, y del Comité de Ética en Investigación de la Fundación AUNA.


Si en el 2020, la discusión bioética más importante que nos trajo la pandemia, fue a quién debe darse preferencia en el acceso a las camas en UCI, este año ella gira en torno a las vacunas, con diversas dimensiones y alcances; tema sobre el que trataremos en las siguientes líneas.

1. Dilemas ante la insuficiencia de vacunas para las personas

No habiendo en muchos países vacunas para todos, la pregunta es cuál debe ser el orden de prioridad. El criterio más común es el etario; sin embargo, siendo fundamental que los escolares vuelvan a las aulas (la enseñanza virtual solo ha funcionado para algunos y a medias), ¿deberían tener preferencia los profesores, tal como se ha hecho en Estados Unidos?; estando cerca las Olimpiadas, ¿deberíamos vacunar a los deportistas que nos representarán en ellas? 

Se dice que la vacunación debe ser sin preferencias, mas de hecho ellas existen; así,  por ejemplo, se vacuna -con justa razón- al Presidente de la República. Mas entonces, ¿deberíamos ir vacunando a nuestros candidatos presidenciales para no correr el riesgo de elegir a alguien que no pueda asumir el cargo? 

Nótese que en los criterios de preferencia no siempre predomina lo técnico. Veamos: Por tratarse de un grupo de alto riesgo, los presos deberían tener prioridad, mas siendo que la medida no sería popular, le cuesta disponerlo al Poder Ejecutivo. Y es que, en la política de las vacunas, también hay razones políticas.

El factor moral, a su vez, juega su propio papel. Si una persona se vacunó de favor antes de que le tocara de acuerdo a su edad ¿tendría derecho a que le pongan la segunda dosis veintiún días después? Médicamente, la respuesta es que habría que completar el proceso, pero jurídicamente podría invocarse que nadie puede generar su propio beneficio. Por lo demás, si me robo una vacuna, no por ello tengo derecho a una segunda dosis; y ambos casos son una forma de apropiación de un bien ajeno.

Se dice que lo justo es dar a cada quién lo que merece, pero ¿qué es lo que merece cada uno? ¿quién lo determina? Ese es el problema. Ahora bien, si hablamos de justicia, es interesante observar que, en el tema de las camas en UCI, hemos asistido a un criterio utilitarista, dando preferencia a las personas en función del discutible concepto de “valor social”, dando prioridad a los jóvenes antes que a los adultos mayores, aplicando como política maximizar el beneficio del mayor número de personas.

En este dramático conflicto entre utilitarismo y personalismo, es de citar a  Bellver y De Montalvo (2020, 73): no cabe priorizar según la edad o la discapacidad, como no cabría hacerlo por la raza, la religión o el sexo.

2. Dilemas ante la insuficiencia de personas para las vacunas

Mientras más vacunas llegan, más se hacen notar los que no quieren vacunarse. Toda persona tiene derecho a la libertad y a la integridad física y, por tanto, nadie puede ser vacunado a la fuerza. Empero, es de notar que la autonomía, aun siendo un principio de la bioética,  no implica un derecho absoluto, pudiendo ser limitada, entre otros parámetros, por el bien común.

Ello podría llevar a pensar en la obligatoriedad de la vacuna, dada la pandemia, mas el tema de la vacunación forzosa es discutible, aun invocando dicho interés público. 

Podríamos plantear entonces que la vacuna debe ser  obligatoria, pero sin que pueda aplicarse en forma forzada. Pero, ¿pueden haber obligaciones sin que sean exigibles coactivamente? No es lo más común, pero ciertamente las hay, como el deber de cohabitación o el derecho a contar con una vivienda decorosa.

Según una encuesta de Ipsos, realizada en el Perú el 13 y 14 de mayo, si bien un 63% de nuestra población quiere vacunarse, hay un 30% que no [1]. En España, el 20 de mayo, una encuesta del diario La Vanguardia revelaba que, en dicho país, mientras un 77% estaba a favor, 23% estaba en contra.

No es, por tanto, un problema mínimo, plantéandose escenarios como qué pasaría si, cuando vuelvan las clases, un profesor no hubiera querido vacunarse: ¿podría la universidad impedirle que siga dictando? ¿Y podría un profesor negarse a dictar clases porque tiene un alumno que no quiso vacunarse? Vale decir que, en EE.UU., la Universidad de Duke, por ejemplo, ha dicho a todos sus profesores y alumnos que para volver a clases deben estar vacunados obligatoriamente.

Mas hay un argumento en el que vale detenerse, pues hay quienes desconfían de la ciencia porque ella ha ido cambiando de opinión durante la pandemia. Esto es verdad, ciertamente, pero se olvida que lo más importante de la ciencia es justamente su capacidad para poner en discusión sus descubrimientos. Como dice Wasserman (2021), “Quien no está inseguro no revisa sus conclusiones ni las confronta. Los dogmas no se modifican, la ciencia lo hace permanentemente y así progresa”.

Dado que no puede obligarse a las personas a vacunarse a la fuerza, algunos países vienen adoptando diversas medidas. En China, se ofrecen helados, huevos y vales de compra para los que se vacunen. En EE.UU., en Nueva York se ofrecen pases de metro, cervezas, donuts y hamburguesas, mientras en Ohio hay una lotería con un premio de 1 millón de dólares. En Polonia, uno puede ganar un scooter, un auto o también dinero.

Se trata de medidas efectivas (o efectistas); sin embargo, la duda es su sostenibilidad en el tiempo, considerando que, como tendremos que  volver a vacunarnos, existe el riesgo de que la gente lo quiera hacer solo por el premio y no por los beneficios del acto en sí. Agregar una recompensa sesga estas decisiones, como anota Gelinas (2021).

Otra forma de “motivación” son los pasaportes de salud. En Israel, el gobierno está emitiendo «pasaportes verdes» para los que tienen ya las dos dosis, las que otorgan el derecho de acceder a gimnasios, hoteles y (próximamente) viajes sin cuarentena. Arabia Saudita e Islandia también vienen expidiendo el pasaporte. La OMS, sin embargo, se opone a que este sea un requisito para poder viajar.

Es de anotar en este tema que, el haber superado la enfermedad, no garantiza la inmunidad, con lo que el fundamento científico del “pasaporte verde” es cuestionable.  Empero, ello no significa que deba descartarse de plano,  pues de por medio está la protección de la salud colectiva y el sostenimiento de la economía.  Sin una buena economía, no puede haber un buen sistema de salud [2].

3. Sobre la responsabilidad de laboratorios y países en la producción, asignación y aplicación de las vacunas.

¿Es correcto que el gobierno chino entregara al Perú, 3200 dosis de vacunas de cortesía, en momentos que era un potencial vendedor,  antes de firmarse el respectivo acuerdo de compraventa con Sinopharm, empresa estatal de dicho país? 

Aprovechándose de la urgencia, la angustia y la exigencia ciudadana, los laboratorios han terminado imponiendo sus condiciones a los países muchas veces sin pudor, tratando de protegerse a través de cláusulas de confidencialidad. Además, se niegan a liberar las patentes, impidiendo así la producción masiva de vacunas.

Problema aparte es el incumplimiento de los laboratorios. Comenta Albiñana (2021) que AstraZeneca, que ha desarrollado la vacuna junto con la Universidad de Oxford, redujo en enero el cumplimiento de sus compromisos de entrega con la Unión Europea en un 60% para favorecer al Reino Unido. De otro lado, Israel se habría asegurado el suministro de vacunas de Pfizer pagando el doble de su valor; Canadá, por su parte, ha comprado en tal cantidad que podría vacunar cinco veces a toda su población.

En toda esta problemática, la Bioética asume un papel protagónico en el desarrollo de las vacunas, facilitar su acceso y lograr una distribución internacional más justa y equitativa (Zonennszain, 2021, 228).

4. ¿Privatizar las vacunas o privarnos de ellas?

Si bien, hoy en día por lo menos, las vacunas no pueden ser adquiridas en forma privada (salvo la rusa por lo que parece), igual la discusión está sobre el tapete. Se ha criticado que generaría nuevas formas de discriminación en contra de quienes no tienen el dinero  para comprarlas, aparte de afectar el orden con el que deben distribuirse.

Por su parte, las empresas privadas sostienen que ellas podrían ayudar al Estado reduciéndole la carga para que éste pueda concentrarse en los más vulnerables. Incluso  han propuesto adquirirlas para vacunar a sus trabajadores y familiares, lo que sería  socialmente interesante y atractivo para acercar más a empleadores y trabajadores.

En todo caso, hasta cuando sea posible que las empresas compren vacunas, habría que ver cómo pueden apoyar en el escenario actual; como una buena oportunidad para poner en evidencia sus ventajas y compromiso, frente a la reticencia estatal.

5. El turismo de vacunas

Si no hay vacunas en el país o, habiéndolas, una persona ocupa un lugar muy lejano en la cola, parece lógico que viaje a otro país en donde sí las hay disponibles. Es el “turismo de vacunas”, aunque hay quienes lo consideran inmoral en tanto significa saltarse el orden y aprovechar la ventaja de tener dinero para viajar. Empero, ante el riesgo de morir, ¿no es moral que una persona busque salvar su vida y la de los suyos?

Otro argumento en contra es que terminaría haciendo que la gente perdiera confianza en el sistema de vacunación establecido por el Estado. Habría que preguntarnos aquí qué tanta confianza tenemos hoy en un sistema lento y con agujeros en su fiabilidad (recordemos las noticias de personas falsamente vacunadas).

El debate está abierto, aunque debe notarse que si las vacunas pudieran ser vendidas en el Perú por empresas privadas, no tendrían un precio tan caro como para que la mayoría de la población no pueda acceder a ellas. En cambio, si para vacunarse las personas tienen que ir a otro país allí si estamos hablando de un beneficio para unos pocos, a diferencia del beneficio para muchos que sería poder vacunarse en su propio país a través de una entidad privada.

6. El nacionalismo de las vacunas

Los países se han volcado a una guerra por las vacunas, premuniéndose de ellas a costa del resto, sin criterio de equidad alguno. Se trata de un nacionalismo aplicado a las vacunas, obviando su consideración como un bien común de la humanidad. Europa, que en tiempos ordinarios alentaba iniciativas como Covax para los países pobres, en tiempos de crisis parece mirar al costado, en “un cambio deprimente de su compromiso con la apertura” (Kauffmann, 2021). Y es que las vacunas son también un tema político.

Los países desarrollados se habrían aprovisionados para vacunar entre tres y seis veces a toda su población. Los residentes de países de ingresos altos y medianos habrían recibido el 83% de 1.200 millones de dosis de vacunas (McKenna, 2021).

En algunos países se viene vacunando ya a niños y adolescentes; la pregunta es si en vez de vacunar a este sector de la población que no está en riesgo, ¿no sería más justo que ella llegara para la población vulnerable de países menos pudientes?

7. Reflexión final

¿Cómo responder a todo lo expuesto? Cuestiones tan humanamente trascendentes, deben poner en el centro de su reflexión al ser humano, abordándose desde una  bioética personalista, en donde cada persona sea vista como un fin y no como un medio.

Ello significa reconocer el valor de toda vida y la necesidad del respeto a su dignidad, actuando solidaridad en la producción y distribución de las vacunas, y con prudencia en su aplicación, teniendo en cuenta que se trata de un bien público.

La libertad de uno termina donde empieza la libertad del otro. Tengo derecho a disponer de mi cuerpo libremente mientras no ponga en riesgo la salud de otros. Por lo demás, la libertad no se da en abstracto, sino en un contexto ético de valores, siendo como seres humanos existencia y coexistencia. La libertad implica responsabilidad.

Ante la urgencia de vacunar al mayor número de gente, es lícito recurrir a los Nudges, de los que habla Richard Thaler, para motivar a las personas, mas ello debe hacerse sin violar sus derechos fundamentales y sin renunciar a nuestra capacidad de convencimiento en el desarrollo de una cultura de responsabilidad, de una ética del deber. El camino es más complicado sin duda, pero es el más sostenible en el tiempo.

En el conflicto entre derechos individuales y derechos colectivos, dada su magnitud, debe ponderarse adecuadamente cada caso, buscando el equilibrio y la simetría, a partir de una concepción racional de la justicia, entendida como no arbitrariedad.

Finalmente, el Derecho debe prepararse ante la necesidad que, a raíz de la pandemia, debamos revisar el tema de la responsabilidad civil, los derechos laborales, el derecho a la salud, la protección de los derechos individuales, la interpretación del derecho a la información y los alcances del interés público.


Referencias

[1] Diario El Comercio, edición del 18.05.21, p. 8.

[2] “Los certificados y pasaportes, pese a las objeciones comentadas, estarían, en definitiva, protegiendo la salud de la sociedad y no solo la economía” (De Montalvo, 2021).

Albiñana, Antonio. “La guerra de las vacunas”. Diario El Tiempo. Bogotá, edición digital del 07.02.21. En: https://ww.eltiempo.com/opinion/columnistas/antonio-albinana/la-guerra-de-las-vacunas-columna-de-antonio-albinana-565217

De Montalvo Jääskeläinen, Federico y Bellver Capella, Vicente. “Una crisis bioética dentro de la crisis sanitaria provocada por la Covid 19: Una reflexión sobre la priorización de pacientes en tiempos de pandemia”. En:  Revista Derecho y Salud. Volumen 30 Extraordinario, 2020.

De Montalvo Jaaskalainen, Federico. “Objeciones y virtudes del pasaporte de inmunidad”. En: Diario El País, edición del 02.03.21.

Gelinas, Nicole. “People need to trust vaccines — not be bribed to get them”. En: New York Post. May 16, 2021.

Kauffmann, Sylvie. “Europe’s Vaccine Rollout Has Descended Into Chaos”. En: The New York Times, edición del 04.02.21. 

McKenna, Rosalind. “El dinero no garantizará la equidad de las vacunas”. En: Diario El Comercio, edición del 09.05.21.

Wasserman, Moisés. “¿Confiar en la ciencia?”. En: Diario El Tiempo. Bogotá, edición del 19.04.21. En: https://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/moises-wasserman/columna-de-moises-wasserman-sobre-la-confianza-en-la-ciencia-584864.

Zonenszain Laiter, Tael. “Las vacunas contra el Covid-19: dos dilemas éticos a considerar”. En: Revista Medicina y Etica. Enero-marzo 2021. Vol 32. Num. 1.